Esta condición ocurre en ojos con PIO elevada, sin daño en el nervio óptico. Debido a características individuales que determinan una susceptibilidad disminuida a la enfermedad, estos ojos no desarrollan glaucoma. Esto puede ser parcialmente explicado en algunos casos por un espesor corneal central aumentado (córnea gruesa), lo cual puede llevar a mediciones imprecisas de la PIO por el tonómetro (sobreestimación de la PIO).
De cualquier manera, es importante recalcar que algunos ojos con PIO elevada pueden estar simplemente en el comienzo del proceso de la enfermedad, es decir que no ha habido tiempo suficiente para dañar al nervio óptico. Si este es el caso, con el tiempo, el glaucoma se desarrollará.
El oftalmólogo deberá discutir con el paciente las ventajas y desventajas de los diferentes abordajes para el manejo de esta condición en cada caso, incluyendo sólo observación o tratamiento.
En todos los casos de hipertensión ocular, el seguimiento continuo a largo plazo es altamente recomendado, y algunos estudios oculares serán necesarios para el monitoreo apropiado.