El “ángulo” es la parte del ojo donde el iris se une con la córnea y la esclera. El sistema de drenaje del ojo, la malla trabecular o trabeculado, está localizado en esta región.
El glaucoma de ángulo cerrado típicamente afecta ojos anatómicamente “pequeños”, en los cuales las estructuras intraoculares ocasionan el abarrotamiento del segmento anterior. En el glaucoma primario de ángulo cerrado, la obstrucción del ángulo por el iris periférico lleva a un aumento de PIO y daño al nervio óptico. – Glaucoma de ángulo cerrado
El contacto entre el iris y el trabeculado representa un factor de riesgo para el desarrollo de la enfermedad. En estos casos, sin importar la existencia de valores normales de PIO y/o apariencia normal del disco óptico, el tratamiento debe ser indicado para prevenir la secuencia de eventos que pueden llevar al glaucoma de ángulo cerrado. El diagnóstico de ángulo ocluíble, sin otras anormalidades oculares, significa que le detección se ha realizado de manera temprana en el proceso de la enfermedad.
El mecanismo más frecuente de cierre angular es llamando bloqueo pupilar, y ocurre debido al bloqueo relativo del flujo de fluido a nivel de la pupila, desde la parte posterior a la parte anterior del ojo, lo que causa el abombamiento anterior del iris y el estrechamiento del ángulo. – Glaucoma de ángulo cerrado
La terapéutica habitual a ser considerada en el tratamiento del cierre angular es la iridotomía laser. Este procedimiento creará una nueva comunicación a través del iris entre las cámaras anterior y posterior, y apunta a solucionar el mecanismo de bloqueo pupilar, resolviendo el abombamiento anterior del iris y, en la mayoría de los casos, abriendo el ángulo. (Iridotomía periférica con laser) La cirugía de cataratas o la remoción del cristalino natural y su reemplazo por una lente artificial más delgada, también pueden ayudar a la apertura del ángulo.