La PIO aumentada es el factor de riesgo más importante para glaucoma y, basado en estudios epidemiológicos, la presión normal del ojo varía entre 10 y 21 mmHg en poblaciones europeas. De cualquier manera, el nivel crítico de PIO en el cual el daño glaucomatoso ocurre, varía entre individuos. Esto depende de muchas variables anatómicas/fisiológicas que determinarán la susceptibilidad de cada paciente a la enfermedad.
Por ejemplo, puede ocurrir daño al nervio óptico dentro del rango “normal” de PIO, una condición a veces conocida como “glaucoma de presión normal” o “glaucoma de baja presión”. En la mayoría de los casos, las características individuales de los pacientes (es decir, la estructura de la cabeza del nervio óptico) determinan un aumento de la susceptibilidad al daño glaucomatoso, el que puede ocurrir dentro de valores de PIO normales que causarían daño en la mayoría de los individuos. Sin importar si la PIO es alta (es decir, por encima de 21 mmHg) o no, el daño futuro por glaucoma puede ser prevenido a través de tratamientos que disminuyan la PIO.
Por otra parte, los casos con PIO elevada (mayor de 21 o 23 mmHg) sin daño en el nervio óptico también pueden ocurrir, y esta condición es denominada “hipertensión ocular”. En estos casos características individuales determinan una susceptibilidad disminuida a la enfermedad.